La Segunda Guerra Mundial by Antony Beevor

La Segunda Guerra Mundial by Antony Beevor

autor:Antony Beevor [Beevor, Antony]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2012-04-23T04:00:00+00:00


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EUROPA TRAS LAS ALAMBRADAS

(1942-1943)

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La invasión de la Unión Soviética afectó a la política alemana de ocupación en casi toda Europa. En el este, la idea embriagadora, y espeluznante a la vez, de dominar a millones de personas incrementó la confianza de los nazis en el terror como medio para obtener resultados. A pesar de las esperanzas que abrigaron al principio algunos oficiales y políticos de alto rango de poder ganarse la aquiescencia de algunas nacionalidades, como los bálticos y los ucranianos, a la cruzada antibolchevique, en realidad lo único que le interesaba a Hitler era inspirar el miedo por el miedo. Como sucediera con Polonia, pensaba que aquellos países debían ser barridos completamente del mapa.

A pesar del desagrado de Hitler por la idea de que los eslavos vistieran el uniforme de la Wehrmacht, en total cerca de un millón de ciudadanos soviéticos prestaron servicio al lado del ejército alemán y de la SS. Muchos se enrolaron en las divisiones alemanas en calidad de Hiwis (tropas auxiliares voluntarias no armadas) para huir de la inanición en los campos de prisioneros. Pero incluso muchos de esos «Ivanes» fueron empleados extraoficialmente como soldados a tiempo completo. Un mando de la 12.ª SS Panzer División Hitlerjugend se mostraría más tarde orgulloso de su chófer y guardaespaldas ruso, que lo acompañaba a todas partes.

Más de cien mil hombres prestaron servicio, con grados muy diferentes de entusiasmo y eficacia, en el Ejército Ruso de Liberación del general Vlasov, y en un cuerpo de «cosacos» encargado de combatir a los partisanos en territorio soviético y luego en Yugoslavia y en Italia. Los policías y los guardias de los campos de concentración ucranianos se ganaron una reputación terrible de crueldad. Himmler también recurrió al reclutamiento de letones, estonios, hombres de etnia caucásica e incluso musulmanes bosnios en las formaciones de la Waffen-SS. En 1943 creó incluso una división ucraniana, que recibió el nombre de División SS Galicia para no provocar la cólera de Hitler. Se presentaron voluntarios cien mil ucranianos, de los cuales solo fue admitida una tercera parte[1].

El trato dispensado a la población civil de los territorios ocupados y a los prisioneros de guerra siguió siendo espantoso. En febrero de 1942, aproximadamente un sesenta por ciento de los tres millones y medio de soldados del Ejército Rojo capturados había muerto de hambre, de exposición a la intemperie o de enfermedades. Los nazis convencidos no solo se enorgullecían de su crueldad. La deshumanización que hacían de las víctimas dividiéndolas en categorías —judíos, eslavos, asiáticos y gitanos— respondía simplemente a una forma deliberada de profecía que se cumple porque se tiene que cumplir: se les reducía a la condición de animales a través de la humillación, el sufrimiento y el hambre, y de ese modo se «demostraba» su inferioridad genética.

La caótica rivalidad de los sátrapas de Hitler en el este era superior incluso a la que existía en la propia Alemania entre el partido nazi y los distintos órganos del gobierno. Alfred Rosenberg fue nombrado ministro de los territorios del este, pero se vio desautorizado en todo momento.



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